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CUERPO Y APEGO EN EL SIGLO XXI

Vicisitudes del erotismo: una mirada desde la teoría del apego

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Autora: Lic. María Casariego de Gainza

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Elegí el documental que acabamos de ver porque me planteó una problemática que estoy paulatinamente observando en mi clínica.

 “El imperio de los sin sexo” se  emitió por televisión española y fue una producción japonesa y francesa. El Instituto Nacional de Sexología japonés define con el término “Sexless” (sin sexo) a las parejas que mantienen relaciones amorosas con una frecuencia inferior a una vez al mes.

Según las estadísticas que maneja este instituto el 37% de las mujeres japonesas se reconocen como abstinentes, sin embargo hay  informes que  demuestran que el porcentaje es mucho mayor. La famosa terapeuta nipona Mayumi Futamatsu asegura en el documental,  que la experiencia en su consulta le confirma que "entre el 60 y 70% de las parejas de más de 40 años no mantiene relaciones sexuales" y un tercio de los jóvenes entre 20 y 30 años no tienen sexo.

Con este panorama, no es extraño que más del 80% de los productos que se venden en los sex shops son para la masturbación. Pero quizá lo más sorprendente en este ámbito sean las muñecas sexuales, reflejo de que en el imaginario sexual japonés la frontera entre lo real y lo imaginario no está muy definida, incluso las mujeres japonesas se visten y maquillan como anime (abreviatura de animation). Otro de los fenómeno  que nos llama la atención son los Neko Cafés, quizá la prueba más evidente de que el problema de los japoneses no está en el sexo per sé sino en el cariño, la comunicación (sea ésta verbal o no) y el afecto. Los Neko Cafés son lugares con gatos donde los solteros incapaces de comunicarse acuden y por sólo diez euros la hora pueden acariciarlos, jugar con ellos e incluso alimentarlos. En Tokio existen unos cincuenta cafés de gatos donde los japoneses con carencias afectivas buscan contacto y relajación.

Son frecuentes también las salas de masajes. El masaje consiste en caricias hechas con objetos suaves principalmente en las orejas llevándonos a una imagen de una mama con su bebé.

Más del 22% de todas las mujeres encuestadas afirmaron que para ellas el sexo era “problemático”. Entre los hombres casados el 35,2% dijo que el trabajo los dejaba “demasiado cansados” para las relaciones sexuales, un porcentaje que crece de manera dramática desde el 21,3% que se registró en 2014. Un número menor dijo que veían a sus esposas únicamente como miembros de la familia en lugar de como parejas sexuales.

Se trata de la primera vez que más del 30% de los hombres afirman estar demasiado cansados debido al trabajo para tener relaciones sexuales. Por otro lado hay un creciente grupo llamado “herbívoro” que carecen de apetito sexual y sus intereses esta puestos en la atención sobre sí mismos, su manera de vestirse y su aspecto físico.

No puedo dejar de cuestionarme que está pasando. Las fronteras se rompen y entonces escucho a una paciente de 35 años que decide con su pareja recurrir a una fertilización asistida “es tiempo que seamos papas pero es un trabajo de todos los meses tratar de lograrlo, decidimos que mejor es hacer una fertilización”. Otra situación me recuerda el video: L me consulta  “cuanto es las relaciones que hay que tener”, le contesto “¿que hay que tener para qué?”, ella continua “para ser normales, hace meses que nos enganchamos con series en Netflix y preferimos pasar viéndolas que teniendo sexo” Otro paciente me menciona que “si en el fin de semana tienen algún programa y se cansan, entonces no hay contacto sexual por quince días, en la semana estamos agotados”

Podría relatar varias viñetas más y me pregunto ¿qué paso en los vínculos amorosos y eroticos?

Tomando aportes de la Teoria del Apego, el deseo erótico sólo se activará en situaciones percibidas como seguras. Las personas realizan una evaluación consciente o inconsciente del contexto. Si la percepción es de seguridad, el sistema sexual neurofisiológico se activa. En caso contrario si la percepción es de inseguridad el deseo sexual simplemente se desactiva. Por tanto, en situaciones percibidas como inseguras debido al estrés, a la enfermedad, a presiones de tipo ambiental, el deseo sexual tenderá a inhibirse de modo adaptativo ante la actividad de la vida cotidiana. La cuestión es que en ocasiones se inhibe desadaptativamente en situaciones en las que el deseo erótico se requiere, por ejemplo en momentos de intimidad donde debería brotar espontáneamente. ¿Por qué se inhibe el deseo erótico en momentos de intimidad?

Sabemos ya desde Freud que el apuntalamiento dejará una impronta en el cuerpo, una experiencia corporal que estará profundamente vinculada con el deseo del otro.

Bowlby, teórico del apego, confrontará en algunos puntos con Freud, nos plantea una pulsión innata, humana por excelencia que es la pulsión de apego, no será por lo tanto para él las pulsiones de auto conservación las que darían apoyatura a las pulsiones sexuales, sino que nos plantea un bebé activo desde el mismo momento del nacimiento, que impulsado por la pulsión de apego irá en busca de su objeto.

Será por lo tanto esta pulsión de apego la generadora del vínculo, esta posición teórica ha sido reforzada por estudios de laboratorio ( las experiencias de Harlow con monos Rhesus, dónde realizo el conocido estudio del vínculo  del monito con una mamá de felpa sin capacidad de alimentar y una mama de alambre provista de una mamadera que alimentaba), luego Spitz retoma esta temática basándose en su experiencia de internación de niños donde  pudo observar el síndrome de hospitalismo: los niños atendidos en su alimentación y aseo pero carentes de una figura de apego padecían marasmo hospitalario y en algunos casos morían a causa de ello.

Será lo intervincular el comienzo de la vida amorosa de un niño. El contacto estará atravesado por la respuesta sensible que la madre pueda dar al niño. Esta respuesta sensible está dada por determinadas características tales como la capacidad de percibir y responder apropiadamente a las señales que emite el bebé, la disposición a jugar y decodificar adecuadamente las necesidades que el bebé va planteando a lo largo de su desarrollo. Estas funciones para que se logren deben de tener tres componentes:

1•  La empatía.

2•  El tacto.

3•  La capacidad reflexiva por parte de la figura de apego.

La respuesta sensible cumple dos funciones muy importantes. Por un lado permite el acceso al estado mental del bebé para interpretar correctamente su necesidad. Por otro, le atribuye un significado a ese estado mental puesto de manifiesto a través de las expresiones del bebé. La atribución de significado implica la puesta en marcha de procesos afectivo-cognitivos complejos, basados a su vez, en los modelos operativos internos de los padres, que permite a éstos entender o no, los estados mentales del niño, reflexionar sobre ellos y actuar en la interacción de modo coherente o incoherente. La respuesta sensible produce un concepto clave en el desarrollo y construcción del Yo, como es la base de seguridad. La percepción por parte del bebé de disponer de una figura de apego, sensible, disponible,  y duradera, le otorga una sensación de seguridad que le permite sentirse protegido ante las adversidades. Esta certeza, como es lógico, se adquiere a través de la experiencia en la interacción. De esto deducimos que  la capacidad de respuesta sensible interviene  nuevamente en la posibilidad de que cada miembro de la pareja capte el estado mental del otro.

 

He planteado como se erotiza el cuerpo, como en el encuentro con el otro comienzan una serie de transcripciones que irán dando sentido y habilitando las zonas erógenas, hemos hablado de las características que Winnicott le otorgaría a una “madre suficientemente buena”, ahora la clínica me interpela y observo con cada vez más frecuencia otros modelos de apego que no corresponderían a este modelo vincular de “madre suficientemente buena”

Me refiero al modelo de apego inseguro o desorganizado.  Cada vez mi clínica me lleva a pensar más este modelo de apego como un modelo frecuente. Mas allá que en su génesis este modelo de apego estaba relacionado con padres con patologías borders o con conductas impulsivas o adictivas, observo cada vez más como un   modelo relacional actual.

Es a través  del intercambio con la figura de apego  que se va construyendo la conducta de apego, en ese intercambio se estructuraran mapas cognitivos llamados modelos operativos internos que irán moldeando la manera de reaccionar del niño y sus expectativas respecto del otro y de sí mismo.

Las personas interiorizan multitud de representaciones mentales del mundo exterior y también del mundo interior. Por tanto los modelos operativos internos son un conjunto de representaciones mentales de experiencias subjetivas que hacen posible el filtrado de la información que se procesa, acerca de uno mismo y del mundo exterior, y que permiten la adaptación y la estructuración personal. Los modelos internos representan el modelo de uno mismo en términos de autoestima y el modelo de los demás en términos de confianza

La clínica nos convoca a ver niños que no pueden depender de su progenitor para obtener una respuesta de alivio para sus emociones negativas o desorganizadoras, padres poco presentes, estresados, capturados por un sistema que cada vez les pide más. Frente a esto los niños  pueden  sentirse fragmentado internamente por el impacto de la angustia y ansiedad o puede intentar buscar otras salidas que también son disfuncionales e implican un gran esfuerzo para su psiquismo.

 

En la vida adulta cuando ha quedado construido un modelo vincular donde no se puede esperar adecuadas respuestas de la figura de apego, no esperará respuestas de las demás relaciones incluyendo su pareja, ni tampoco sabrá darlas. De manera que las carencias en la infancia serán carencias en la vida adulta, incluida su conducta sexual.

El deseo erótico, considerándolo como una emoción que genera una tendencia de acción, impulsa al individuo al encuentro con la otra persona. La proximidad psicológica que ello genera activa los modelos internos que regulan las relaciones interpersonales especialmente en el espacio de la intimidad.

Las dificultades para estar de modo confortable y seguro en el espacio psicológico compartido, que supone la intimidad, podrían explicar los problemas para vivir de modo confiado y seguro, la experiencia erótica compartida.

En la relación de pareja se reproducen los sistemas de vinculación y los modelos de intimidad que se integraron a lo largo de la historia socio-afectiva.

La Teoría del apego explica cómo el yo se desarrolla a través del vínculo con los otros significativos. Un Yo seguro e integrado se logra resolviendo la relación entre necesidad de autonomía y reconocimiento de dependencia. La autonomía personal es la expresión de la madurez e integración del Yo. Sólo desde la autonomía personal es posible una relación segura y coherente con la otra persona en el espacio de intimidad tal  como indica Erickson (1968): “La autonomía es importante para la intimidad porque permite a uno mismo llegar a estar verdaderamente próximo a otra persona. Cada persona debe tener confianza en la autonomía de ambos, de modo que el propio yo esté libre del miedo a ser engullido por la propia relación”.

 Paradójicamente la autonomía personal surge del reconocimiento de la necesidad de un cierto grado de dependencia, que hace posible el vínculo. Sólo desde la autonomía personal cada persona puede conocer y reconocer las características de su propio erotismo, para ponerlo en juego en la experiencia compartida. Sólo desde la autonomía cada persona puede empatizar y leer el estado erótico-emocional de la otra persona. Sólo desde la autonomía cada persona puede comprender las características del erotismo del otro y adaptarse a él.

El bienestar con la intimidad depende de la seguridad del apego, entendiendo  por intimidad la capacidad de “conectar” emocionalmente con la otra persona, de experimentar un espacio psicológico compartido

El sistema de apego se activa en los momentos de aflicción o de percepción de riesgo. Sin embargo la seguridad propia, lograda a través del vínculo, hace posible la activación del sistema de exploración que permite la exploración tanto del mundo externo como del mundo interno.

El desarrollo del potencial erótico dependería de la capacidad de exploración tanto del mundo exterior (descubrimiento de las posibilidades eróticas del propio cuerpo, de la otra persona, y de los comportamientos sexuales compartidos), como del mundo interior (capacidades, recursos, expresión emocional, limitaciones, bloqueos, emociones positivas y negativas asociadas a la experiencia erótica, etc.).

La capacidad de conectar con la experiencia erótica en su conjunto (no sólo con las conductas sexuales), la capacidad de dejarse llevar por sensaciones voluptuosas propias del placer sexual, la capacidad de dejarse llevar por la pérdida de conciencia propia del orgasmo, dependen fundamentalmente de la seguridad y confianza en el otro. La seguridad en el apego permite percibir el espacio de intimidad como confortable y seguro donde uno puede abandonarse a la experiencia erótica. Por el contrario, la inseguridad en el apego hace que el espacio de intimidad se perciba como amenazante dando lugar a la activación de las defensas. Las personas ansioso-ambivalentes tenderán a mostrarse ansiosamente hipervigilantes de lo que ocurre. Las personas que tienden a la evitación tenderán a desconectar la percepción del estado emocional del otro.

Vemos pues cómo la hipervigilancia que, en algunos casos, aparece como respuesta a todo signo percibido de desaprobación o duda de sí mismo por parte del sujeto, puede ser una de las posibles fuentes de ansiedad que altere el ciclo psicofisiológico de respuesta sexual.

 Esta percepción subjetiva de desaprobación puede haber sido evocada por situaciones vividas de abandono o negligencia, procedentes de la historia vincular, particularmente de la infancia, y que acuñaron las correspondientes representaciones mentales que ahora se expresan de este modo, en este espacio de vulnerabilidad que constituye la intimidad erótica. Este tipo de ansiedad no necesariamente provoca un síntoma manifiesto en cualquiera de las fases de la respuesta sexual, sino que podría impedir el grado de relajación necesario para dejarse llevar por las sensaciones de placer erótico, con lo cual la calidad de la experiencia decrecerá considerablemente, siendo valorada por el propio sujeto como  pobre. En este caso, la queja manifiesta se presenta como insatisfacción.

Desde la perspectiva de la Teoría del apego se considera que el miedo a la intimidad puede ser debido al miedo inconsciente a la pérdida o al abandono explicado en términos de supervivencia lo cual puede alterar e incluso bloquear la respuesta sexual

 Podemos considerar que el espacio de intimidad psicológica puede ser considerado por las personas que tiende a la inseguridad (ansiosas o evitativas) como un lugar arriesgado dada la vulnerabilidad de su propio Yo. Recordemos que los modelos internos comprenden el modelo de sí mismo, en términos de autoestima y el modelo de los demás, en término de confianza hacia los otros.

El miedo generalmente inconsciente de pérdida o abandono procedente de los modelos internos, puede activar  las defensas secundarias de: 

a• Hiperactivación del sistema de apego (hipervigilancia, preocupación, ansiedad y que deriva en autoexigencia)

b• Desactivación del sistema de apego (falta de conexión emocional, objetualización de la otra persona, ausencia de calidez, desajustes e insatisfacción en el sistema de pareja).

Vemos a través del video que algunas personas se sienten más cómodas (¿más seguras?) con la masturbación. Cuando una persona comparte sexo con otra, ésta actúa como una variable extraña. Lo es en la medida en que la presencia del otro exige estar atento, pendiente, prestar atención al deseo del otro, etc. Todo ello exige  una preocupación que se incrementa en función de la inseguridad. Las personas inseguras tienden a tener mucho más presente la expectativa de abandono o de pérdida. Por ello el autoerotismo puede ser considerado como un espacio protegido y seguro dónde absolutamente nadie puede entrar. Sería ésta otra forma de acceder a la satisfacción sexual soslayando el miedo a la intimidad.

No podemos estar ajenos que, como plantea el título, el siglo XXI se ha caracterizado por la  instalación del consumo como deseo principal, como eje de un proyecto existencial, lo cual  implica un vaciamiento de otros sentidos

 El genial Z. Bauman nos plantea “Temeroso él mismo de ser consumido y luego arrojado a la basura, se parapeta tras los muros de la privacidad y procura que nada, ni siquiera el amor, le altere y le haga sentir extraño, entablando con los demás una versión más de ese juego de la convivencia humana que a diario nos enseñan los diferentes programas estrellas de la tele-realidad, donde la supervivencia es la meta y ganar dicho juego pasa por saberse servirse de los otros para explotarlos en beneficio propio, evitando el destino final de los desechados.”

Muchos de los nuevos amantes piensan desde la lógica de los consumidores, que buscan maximizar su utilidad, su placer y para ello son más cómodas las relaciones superficiales,  que, como las mercancías, pueden cambiarse por otras con suma  facilidad .

 De ahí el miedo a establecer relaciones duraderas, que en un análisis de costo-beneficio, resultan ser inversiones a largo plazo que provocan nerviosismo e inseguridad al no poder conocerse de ellas el resultado final.

Bowlby dirá “ El sentimiento  de seguridad no es una condición natural sino un camino potencial de desarrollo que puede o no ser recorrido”

Siguiendo este ritmo voraz de las necesidades de un mercado económico estamos criando niños inseguros, con miedo , sin confianza en sí mismos ni en los otros que luego serán adultos que no podrán vincularse y se retirarán  aislados al autoerotismo, insatisfechos, angustiados se  volcaran desenfrenadamente  al mundo a consumir para intentar  ser felices.

Bauman afirma que el consumismo ha establecido una pedagogía perversa en que la inmediatez en la satisfacción del deseo y la cosificación de las personas hace propicia la reducción de los lazos a su forma más endeble y de fácil disolución.

Para cerrar lo querría hacer con dos frases que nos dejo Bowlby y que nos invita a reflexionar

“E éxito con nuestros hijos en un futuro no se medirá por lo que les hemos dado materialmente, sino por la intensidad y calidad de las relaciones afectivas que hemos sido capaces de construir con ellos dese la infancia”

 

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