top of page

TRAUMA Y REGULACION EMOCIONAL

 

Lic. Maria Casariego de Gainza

 

El trauma es un hecho intolerable pero también lo es la falta de empatía o coordinación de los padres frente a las reacciones y necesidades del niño sobre su vivencia del trauma, como por ejemplo: la negación o minimización de éste. Está científicamente demostrado que el establecimiento de un apego seguro es la garantía mayor para generar la cadena de eslabones que culmine con el ansiado logro de la fortaleza emocional, consecuencia directa a su vez de la buena regulación emocional. Esta última se logra en el marco de la relación de cuidados cuando el adulto, según la descripción de P. Fonagy, adopta una actitud de espejamiento (mirroring) que consiste en devolver atenuadas con una inflexión lúdica las angustias que el bebé proyecta, lo cual le permite a este sentir que puede hacer frente a las mismas porque se le tornan más tolerables y eso contribuye por un lado a que el mundo externo se vuelva para él más amigable y por otro lado a que su sí mismo (self) y su noción de los otros se consoliden. Conviene recordar la indefensión del recién nacido que mencionaba S. Freud y las angustias innombrables que  atribuía D. W. Winnicott al bebé, quien también se refirió a la mirada de la madre como espejo en el cual el bebé se puede ver

El fenómeno que describe Fonagy no sería exactamente una imitación, se diferencia el espejamiento (mirroring), en tanto lo que el adulto cuidador devuelve no es la misma imagen que recibe sino otra lúdicamente transformada en algo manejable para el bebé.

Para entender esto, veremos  una metáfora  ilustrativa. Es como si un bebé proyectara ravioles con tuco. El cuidador no le puede devolver eso tal cual porque lo mataría, ya que el bebé no está biológicamente programado ni preparado para asimilar tal tipo de alimento; entonces, lo que debe hacer el cuidador adulto es transformar eso en una papilla que el bebé pueda incorporar sin riesgos, a condición de que esa papilla conserve algo de su naturaleza primitiva para que la sienta como propia y no como un elemento extraño ajeno a él. Vale decir, que la regulación emocional como proceso comienza siendo externa y de forma progresiva pasa a constituirse como algo profundamente interno que incluso ratifica e incrementa nuestra condición de ser.

 

 

bottom of page